articulo

Desafíos de la cadena global de suministro: viviendo un déjà vu

Natalia Gil

Por: Natalia Gil, líder de Investigaciones Económicas del Grupo Puerto de Cartagena (GPC) 

Hace dos años el tema central de las conversaciones de expertos, CEOs, analistas y cualquiera que hace parte de la industria marítima y portuaria era sobre los efectos que la pandemia y un posterior surgimiento abrupto de la demanda de comercio estaban generando en la cadena logística. Fletes altos, congestión portuaria, tiempos de entrega mayores, acumulación de inventarios y blank sailings se convirtieron en lenguaje común para todos. Si hiciéramos una búsqueda en la web de los temas más relevantes de hoy, nos sorprenderíamos: son exactamente los mismos, solo que, con un origen distinto, la crisis del Mar Rojo. Parece que estamos viviendo un déjà vu.

Resulta increíble pensar cómo un conflicto aparentemente aislado ha afectado una de las arterias más importantes del comercio marítimo, produciendo efectos comparables a los de la pandemia mundial de la COVID-19.

Empecemos por los fletes. Según Drewry, el índice World Container Index, que calcula los fletes marítimos spot promedio para un contenedor de 40 pies, muestra un valor esta semana de US$ 5.138, un aumento del 256% respecto al año anterior. Aunque el flete promedio es 49% más bajo que el pico más alto de la pandemia (septiembre de 2021), se encuentra 274% por encima del promedio de 2019, US$ 1.420.

Ni que decir de la congestión portuaria, principalmente en los puertos de Asia y Europa, donde los tiempos de atención y los niveles de ocupación han estado presionando de manera importante las operaciones. En nodos importantes del comercio mundial como Singapur y Shanghái, los tiempos de espera se han extendido hasta cinco días. Esta situación se ha replicado en puertos cruciales como Jebel Ali y Jeddah, donde los tiempos de espera han llegado hasta los 12 días.

Todos reaccionan a la nueva crisis. De una parte, los dueños de carga están empezando a anticipar sus envíos para garantizar tener sus productos a tiempo durante la temporada alta, lo que eventualmente moverá hacia arriba los inventarios (como en la pandemia). De otra, las líneas navieras, que se volvieron expertas en manejar la capacidad de sus barcos, continúan recurriendo a la estrategia de blank sailings para optimizar sus rutas y ubicarse en aquellas con mayor rentabilidad. Todo es un caos que no suena bien pero que a fin de cuentas sostiene la actividad comercial global.

Y en ese sentido, para cerrar con la historia que se repite, parece que la tendencia de consumo alto de bienes en Estado Unidos mantiene muy positivo el comportamiento del comercio exterior. Después de la pandemia muchos esperaron que pasaran dos cosas en la primera economía del mundo: que hubiera una crisis económica ocasionada por los fenómenos inflacionarios y, además, que hubiera un cambio en los patrones de consumo de los estadounidenses, sobre quienes se esperó un vuelco más hacia el consumo de servicios. Pues bien, ninguna de las dos cosas ha ocurrido. Por un lado, aun cuando la inflación se ha demorado en bajar, la economía de Estados Unidos se ha mantenido fuerte, principalmente por la estabilidad del empleo; y por el otro, el consumo de bienes sigue siendo el principal jalonador de crecimiento, lo que mantiene activas las importaciones de retailers y productores.

El resultado: en el primer trimestre de 2024, el volumen de importaciones hacia Estados Unidos aumentó un 18% en comparación con el año 2023; las importaciones desde Asia subieron 30% y los puertos tanto de la costa este como de la costa oeste mantienen tasas de crecimiento récord, similares a las observadas durante la segunda fase de la pandemia. Según la Federación Nacional de Minoristas y Hackett Associates, se anticipa que en los próximos meses los principales 12 puertos estadounidenses movilicen cerca de 2 millones de TEU mensuales, lo que equivale a aproximadamente 24 millones de TEU anualizados. Estos datos son comparables a los registrados en 2021 y 2022 y significativamente superiores a los de 2019, cuando las importaciones anuales de Estados Unidos alcanzaron los 19,6 millones de TEU.

Aunque no es claro aún el impacto que tendrá en el futuro el exceso de consumo sobre la inflación y sobre una posible desaceleración económica para el próximo año en Estados Unidos, así como tampoco es claro el impacto que las próximas elecciones presidenciales tendrán sobre la dinámica del comercio, ¿Será nuevamente la fortaleza económica de Estados Unidos la que terminará impulsando la recuperación de la caótica industria marítima de contenedores en 2024? Ya veremos.