Nicolás “El Lleras”
El Universal, 23 de abril de 2003
Nicolás Paternina ingresó a la plantilla de Colpuertos precedido de una excelente hoja de vida de la Armada Nacional. Por eso, fue destinado a trabajar a bordo de las unidades flotantes. De la Marina trajo el remoquete de “El Lleras”, por su parecido físico con el presidente Lleras Camargo. En el terminal todos lo conocían por el apodo y muy pocos por su verdadero nombre de pila.
“El Lleras” siempre se mostraba dispuesto y de buen talante para el trabajo; sus jefes podían encomendarle cualquier propósito, con la seguridad de que sería ejecutado de conformidad. Así, Ilegó a ocupar el cargo de piloto de la “Chizibuco”, una lancha de lujo que permanecía amarrada en el Club de Pesca, a espera de órdenes para ponerse al servicio de personajes de “alto turmequé”, que llegaban de visita, tales como ministros, viceministros o gerentes de entidades del Estado.
Todos sabemos que el doctor Virgilio Barco fue presidente de la República, de 1986 a 1990. Se distinguió por los éxitos alcanzados en la pacificación del país y por la implacable persecución a los carteles de la droga.
Doña Carolina, la esposa del doctor Barco, era una gran aficionada a los deportes náuticos, por eso frecuentemente ocupaba los aposentos de la “Casa de Huéspedes Ilustres” e iba a hacer deportes acuáticos a las Islas del Rosario. Siempre que llegaba la Primera Dama se ponía a su disposición la lancha “Chizibuco” y su lanchero “El Lleras”, con provisiones de boca: viandas, licores, refrescos. “El Lleras” confidencialmente decía que le convenían las visitas de “Carolina” porque eran generadoras de horas extras, lo que le mejoraba el salario, pero, por otra parte, se quejaba de las largas horas de ayuno. “Se me pone el ojo largo cuando veo cómo devoran sánduches, pasabocas y picadas, acompañados con jugos, gaseosas o cervezas”, decía Paternina. A nadie se le ocurría decir: “pajarito, pica aquí”.
Cualquier día doña Carolina, con un séquito de capitalinos, se dirigió a las Islas del Rosario para hacer deportes submarinos. La “Chizibuco” quedó al ancla y, mientras los visitantes escudriñaban el fondo del mar, “El Lleras” consumía una “sarapa” de queso con bollo de mazorca, que pasaba con generosos tragos de “Tres Esquinas”.
Notó Nicolás que el ancla se estaba garreando, por lo que encendió el motor para Ilevar la lancha a su primitiva posición. Los buzos al escuchar el motor se alarmaron y salieron a la superficie. Ya en la lancha se percataron de que el lanchero había estado bebiendo. La Primera Dama no pudo disimular su enojo; haciendo uso del micrófono, pidió que le enviaran un helicóptero. Ella se regresó por vía aérea y dejó a sus acompañantes con “El Lleras” en la lancha.
Según declaraciones de la comitiva, el lanchero, “en tres quince”, les dijo: “ya vieron, ahora Carolina se regresó en el helicóptero y los dejó a ustedes mamando (señalando con el dedo índice la parte que va de la mandíbula inferior al cuello). Eso les pasa por lavaperros y come m...”. Grande fue el alboroto al siguiente día. “El Lleras”, enfrente de los abogados de investigación laboral de Colpuertos y asesorado de un Iíder sindical, negó todas las expresiones irrespetuosas. Finalmente fue trasladado a otra lancha y hoy se encuentra gozando de una cómoda pensión de jubilación.