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Proteccionismo en el comercio global y oportunidades para América Latina

Germán Cristancho, gerente de Investigaciones Económicas y Estrategia en Davivienda Corredores

El próximo 5 de noviembre de 2024 se celebrarán las elecciones presidenciales y legislativas en Estados Unidos; un evento de gran relevancia a nivel global, no solamente por sus implicaciones para la geopolítica internacional sino por lo que podría significar para el comercio y la tendencia de fragmentación que se ha observado durante los últimos años. Sin duda, la relación entre Estados Unidos y China, y las posibles medidas que tome el presidente electo, determinarán el rumbo de la economía mundial en los próximos años. En todo caso, algunas luces de oportunidad aparecen para América Latina en medio de este panorama, pero dependerá de la estrategia que adopte cada país para capitalizarla.

La carrera por la presidencia luce bastante apretada entre Donald Trump (republicano) y Kamala Harris (demócrata) y, posiblemente, los estados indecisos o denominados bisagra serán los que determinen el resultado de este proceso electoral. No obstante, pareciera que, independientemente del candidato que resulte ganador, la clara restricción fiscal del país, que alcanza un déficit fiscal de 6.8% del PIB en 2024 y las ideas proteccionistas sobre el comercio con China serán la constante durante los próximos cuatro años en Estados Unidos.

Es pertinente mencionar que ya, durante mayo de 2024, el gobierno de Joe Biden anunció medidas proteccionistas sobre productos que alcanzan los US$ 18.000 millones en importaciones anuales provenientes de China. El arancel para acero y el aluminio subió de 0% - 7.5% a 25% en 2024, así como el de vehículos eléctricos de 25% a 100%, lo mismo para el caso del arancel de semiconductores que se incrementará de 25% a 50% a partir del 2025, entre otras medidas anunciadas.  Ver información relacionada en Reporte de Coyuntura Octubre

Dicho esto, se debe tener en cuenta que Kamala Harris ha mencionado que seguiría implementando aranceles a las importaciones chinas para depender cada vez menos de ese país, especialmente en productos industriales y ha manifestado abiertamente su oposición a la adquisición de la compañía U.S. Steel por parte de la japonesa Nippon Steel por considerarlo un tema crítico en la independencia y autosuficiencia del país en la producción de materiales claves para la construcción. Por su parte, Donald Trump, que parece tener propuestas aún más fuertes, ha planteado su idea de incrementar el arancel global al 10% y los relacionados con China al 60% o más y la desvinculación completa de Pekín. 

Según un estudio de la Organización Mundial del Comercio (OMC), si el mundo se dividiera en dos bloques comerciales distintos (China Vs. EE.UU.), el PIB global se reduciría un 5%, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que las pérdidas mundiales derivadas de la fragmentación del comercio podrían oscilar entre un 0.2% y un 7.0% del PIB. Lo anterior ocurriría dado que los costos pueden ser mayores si se tiene en cuenta la disociación tecnológica, en donde las economías emergentes y los países de ingreso bajo serían los más perjudicados por la pérdida de la transferencia de conocimientos de los países desarrollados y el incremento de los insumos importados, lo que llevaría a una menor producción.

Ahora bien, a pesar de todas las preocupaciones mencionadas, algunas ventanas de oportunidad se abren para América Latina y Colombia. Es claro que las tensiones comerciales entre EE.UU. y China están aumentando la fragmentación global y reorganizando los lazos comerciales entre los países, por lo cual, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que el Nearshoring traerá a América Latina y El Caribe un aumento de US$78.000 millones en nuevas exportaciones y Colombia podría alcanzar un incremento de más de US$2.570 millones. De hecho, gracias a la relación comercial entre Colombia y México, y el acceso que tiene este país al mercado estadounidense, se han creado grandes oportunidades para sectores como el pesquero, el de medicamentos y la industria química, donde Colombia se ha convertido en proveedor clave y plataforma para empresas mexicanas que buscan optimizar su estructura de costos. El país se enfrenta a una oportunidad de grandes proporciones, pero requerirá de una estrategia más directa para aprovechar este potencial.

Germán Cristancho, gerente de Investigaciones Económicas y Estrategia en Davivienda Corredores