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Hay que estar preparados para que los pronósticos fallen
Las proyecciones están continuamente expuestas a verse impactadas por eventos imprevistos. Cuando un experto emite un pronóstico, define ciertos supuestos que pueden ser controlados y otros que son influenciados por factores externos en el mercado. Analicemos, por ejemplo, las proyecciones meteorológicas. Con frecuencia, nos lanzamos confiados en que el día estará soleado después de consultar el pronóstico del clima, para después terminar empapados por una tormenta que "nadie había anticipado".;Los meteorólogos dicen que los pronósticos siempre tienen un margen de error debido a que la predicción del tiempo se fundamenta en la probabilidad de eventos en la atmósfera, un fluido cuyo análisis y entendimiento son sumamente complicados.
El comportamiento de la economía y la industria marítima se me parecen últimamente a la dinámica de la atmósfera: complejos y difíciles de entender y mucho más de predecir.Hemos podido comprobar que temas como las crisis financieras, cambios geopolíticos, guerras y pandemias pueden alterar drásticamente las trayectorias económicas contempladas. Estos son inherentemente difíciles de anticipar, lo que pone de manifiesto volatilidad e incertidumbre a cualquier ejercicio de estimación que hagamos.
Teniendo en cuenta que no podemos predecir qué pasará, aventurémonos, como el meteorólogo, a hablar de algunas variables que conocemos hoy.En vísperas de Navidad, la época más importante para el consumo y el transporte marítimo de bienes en todo el planeta, el comercio mundial nuevamente está sujeto a disrupciones. El cierre del 2023 no solo se verá influenciado por un apretado crecimiento económico -entre otras razones como resultado de las medidas tomadas para controlar la inflación generada por los desajustes geopolíticos, entre otras variables-, sino que se enfrenta ahora a los efectos del cambio climático, que pone a la industria marítima a hacer malabares sobre la cuerda floja.
El Canal de Panamá ha sido noticia estas últimas semanas debido a la sequía producida por un fenómeno de “El Niño” más fuerte de lo usual. La falta de agua ha limitado el número de buques que pasan al día por esta ruta de 38 a 32, además de que ha llevado a las autoridades a reducir seis pies del calado máximo permitido, lo que podría incidir en una disminución de 40% en el volumen de carga que cada buque puede manejar en su paso por el canal.
La congestión alrededor del Canal es visible desde lejos, porque coincide con la época en que el comercio está alistándose para atender los picos de demanda habituales al cierre de año, aumentando la circulación de buques por esta vía. Según la BBC, cerca del 70% de lo que transita por el Canal ahora tiene origen o destino Estados Unidos de cara al Black Friday, y el The New York Times alerta que la seguridad alimentaria está en riesgo porque toneladas de materias primas como trigo y maíz no han llegado a sus destinos. Es así como la sequía del Canal de Panamá no es un asunto menor, si consideramos que casi el 90% del comercio mundial se mueve por mar y que por el Canal de Panamá se mueve algo más del 6% de este.
No quiero decir con lo anterior que esta parte del comercio internacional se paralizará por efectos de la crisis de agua que vive el Canal, pero es probable que esto tenga un impacto en las dinámicas comerciales hacia el cierre del año. Será común escuchar nuevamente sobre una disminución en la confiabilidad de los itinerarios de las líneas navieras, entregas que experimentarán retrasos significativos en su destino final y, por qué no decirlo, cambios en las rutas. También podría tener un impacto negativo en las proyecciones de comercio analizadas en nuestro más reciente Outlook: ¿Camino a buen destino 2023?, publicado en Pórticolive, que ya de entrada ponen en evidencia que el volumen global de contenedores no crecerá este año, ya que el movimiento de carga registrado al primer semestre descendió, sin conseguir despegar de los niveles de la prepandemia.
Mientras el clima hace estragos, los pronósticos sobre indicadores económicos y decisiones, como las de la Reserva Federal, serán también determinantes para el cierre del año. Algunos analistas creen que la FED está llegando al final del endurecimiento de su política, otros consideran que no habrá más incrementos pero que los tipos de interés se mantendrán altos mientras las presiones inflacionarias continúan, llevando a los Estados Unidos a un crecimiento del 2,1%. Con tasasaltas y un costo de vida más elevado, las posibilidades de una recesión leve en este país se mantienen.
Por otra parte, la reapertura de China no avanza según lo esperado. Pese a un buen primer trimestre, los resultados de la actividad manufacturera en los últimos meses, incluido agosto, muestran pocas señales de recuperación, al mismo tiempo que el sector de vivienda se mantiene con pocas expectativas de crecimiento y liquidez. Ambos sectores impactan negativamente la dinámica del comercio exterior del país asiático. China depende de sí mismo para encontrar un camino hacia buen destino, pero hasta ahora las políticas internas parecen no estar haciendo efecto.
Claramente el coletazo de la situación en ambas potencias llegará hasta Latinoamérica donde también habrá vientos de desaceleración, pese a que la inflación está con cierta tendencia a la baja y los tipos de interés podrían empezar a reducirse.
Por ahora podemos decir que el comercio internacional en el 2023 está sobre la cuerda floja. Hay quienes piensan que vivimos una “normalización después de la pandemia”; considero que ya no tendremos nunca más etapas normales, solo ciclos de desajuste y ajuste generados por las “tormentas” y los “tiempos de calma” de los mercados. Es por eso que la incertidumbre sobre la economía requiere que los responsables de la toma de decisiones no se fíen de pronósticos estáticos, sino que tomen en cuenta una variedad de escenarios posibles y creen culturas empresariales que les permitan ajustar sus estrategias en función de los cambios en el entorno. La prudencia, pero sobre todo la flexibilidad, serán esenciales para abordar estas proyecciones con un enfoque realista y bien informado.
Natalia Gil, líder de Investigaciones Económicas. Grupo Puerto de Cartagena.