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El transporte marítimo entra a la era del precio climático

El transporte marítimo entra a la era del precio climático

Por primera vez en la historia, un sector económico global —el transporte marítimo— ha aceptado someterse a una ley climática internacional con penalizaciones económicas reales. La Organización Marítima Internacional (OMI) aprobó este 12 de abril un acuerdo sin precedentes: un sistema global de precios al carbono que obliga a los buques a reducir emisiones. ¿Estamos ante el inicio de una transformación estructural del comercio marítimo global?

 

Del voluntarismo a la regulación

Durante años, la OMI y diversos bloques económicos —liderados por la Unión Europea— han venido promoviendo mecanismos para mejorar la eficiencia energética de los buques (como los índices EEDI, EEXI o el plan SEEMP). Sin embargo, hasta ahora, estos instrumentos eran más técnicos que coercitivos. Eso cambió.
Desde 2028, los barcos que no usen al menos un 4% de combustibles verdes deberán pagar una penalización de US$ 380 por tonelada de CO₂ emitido, mientras que quienes alcancen entre el 4% y el 17% pagarán US$ 100. Los barcos que superen ese umbral no solo estarán exentos, sino que ganarán créditos de emisión negociables (Surplus Units). Este esquema se mantendrá hasta 2030, y se anticipa que los valores aumenten.
Además, se implementa una doble exigencia anual: una reducción base obligatoria (4% en 2028, 8% en 2030) y una meta de cumplimiento (17% y 21%, respectivamente), que deberá alcanzarse mediante el uso de combustibles certificados "well-to-wake".

 

La reacción global: tensiones y liderazgo dividido

La votación (63 a favor, 16 en contra) fue un hecho poco usual en la OMI. Arabia Saudita, Rusia, Irán, Emiratos Árabes y Venezuela se opusieron. Estados Unidos, boicoteó la reunión y calificó el impuesto como “flagrantemente injusto”, anunciando posibles medidas recíprocas para proteger su flota.

No obstante, el acuerdo también marca un hito: es la primera ley climática internacional vinculante que obliga a una industria global a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

El texto también establece el IMO Net-Zero Fund, un fondo climático internacional que apoyará a los países más vulnerables, invertirá en innovación, y compensará posibles impactos en la seguridad alimentaria de naciones insulares o en desarrollo, especialmente en el Caribe, África y el Pacífico.


Una transición desigual, pero en marcha

Los datos son elocuentes: el 57% de los nuevos pedidos de buques ya contemplan algún tipo de preparación para combustibles alternativos, frente al escaso 10% de la flota actual. A la par, los costos de los combustibles verdes pueden ser hasta nueve veces mayores que los fósiles, lo que impactará inevitablemente en las tarifas logísticas para exportadores e importadores.

A pesar de ello, la industria avanza. Las negociaciones de abril (MEPC83) se centraron en un acuerdo intermedio: combinar un impuesto al carbono con estándares obligatorios de transición energética. Aunque la propuesta de un impuesto independiente fue descartada por ahora, la presión de actores como la Unión Europea y la Cámara Internacional de Navegación (ICS) sigue latente, especialmente si no se avanza con la implementación del nuevo esquema.


Puertos, navieras y combustibles: una cadena en transformación

Las navieras líderes ya están tomando decisiones estratégicas. Evergreen ha solicitado más de 20 buques preparados para metanol. Maersk, CMA CGM y HMM avanzan en flotas duales y pedidos de embarcaciones cero emisiones. En marzo, se ordenaron 25 nuevos buques de doble combustible; 12 de ellos propulsados por metanol, 7 por GNL y 2 por amoníaco.

En cuanto a los puertos, la transición ya empezó. Rotterdam, Oslo, Los Ángeles, Guayaquil, Valencia y Cartagena están implementando procesos de electrificación de equipos, conectividad OPS (Onshore Power Supply) y estrategias de reducción de emisiones propias. En Cartagena, Colombia, se avanza en la electrificación de grúas móviles y en el uso de energía solar en áreas clave de las terminales.

El Canal de Panamá, por su parte, ha anunciado beneficios tarifarios para buques sostenibles, posicionándose como hub estratégico para el suministro de combustibles verdes.


Entre el metanol y el amoníaco: los combustibles del futuro

Mientras el metanol gana adeptos por su manejabilidad y disponibilidad, el amoníaco se perfila como la gran promesa a largo plazo, como lo demuestra el Fortescue Green Pioneer, primer buque con motores duales amoníaco-diésel en pruebas. Aunque aún no navega exclusivamente con este combustible, el mensaje es claro: la tecnología existe.

Sin embargo, los desafíos son significativos: riesgos por toxicidad, escasez de infraestructura para abastecimiento, necesidad de tripulaciones capacitadas y ausencia de regulaciones completas para su manejo en alta mar.

 

El reloj climático ya está corriendo

El transporte marítimo representa cerca del 3% de las emisiones globales de GEI. Su descarbonización es más que una meta climática: es una condición para un comercio global justo, resiliente y sostenible.
Con el acuerdo del 12 de abril de este 2025, el reloj climático de la industria ha comenzado a correr. La cuenta regresiva hacia 2028 y 2050 ya no es simbólica: está escrita con sanciones, metas, incentivos y, sobre todo, con el poder regulatorio de 176 estados miembro.
Lo que sigue es tan crucial como complejo: convertir la regulación en acción, sin dejar atrás a nadie. Ni puertos, ni navieras, ni países.